lunes, 16 de noviembre de 2009

Última noche en el Venice Simplon (5)

La ansiosa curiosidad de Gerard no podía por menos de sentirse excitada por aquel ser. Ya le había sucedido en muchas, en innumerables ocasiones, sentirse atraído por un personaje que, al menos aparentemente, desprendía misterio a mansalva. No en vano, las tres novelas que había publicado con tanto éxito se habían basado en sus experiencias con figuras semejantes a las de aquel hombre de la camisa morada: observando los movimientos de personas envueltas en un halo de intriga con las que no había llegado a intercambiar ni una sola palabra, las había terminado por convertir en ejes centrales de historias de todo tipo.
Pero Gerard estaba entonces convencido de que era incapaz de escribir nada más ni con aquella técnica ni con otra, y decidió desviar su atención del desconocido comensal nocturno, y centrarse en el humeante y preciosista plato de carne que le acababan de servir, que sabía, oh sorpresa, a pollo con compota de manzana.

Sin embargo, no pudo disfrutar durante mucho tiempo de su menú, porque aunque sus ojos no pudieran creer lo que veían, en cuestión de segundos el dandi cincuentón se plantó frente a su mesa, y con una sonrisa acompañando su musical acento inglés, se dirigió a Gerard:

—Buenas noches, caballero. No deseo para nada molestarle, pero le seré sincero: creo que es usted Gerard Chevallier, no me equivoco, ¿verdad?

—En absoluto, señor —dijo Gerard visiblemente halagado ya que había llamado la atención de un hombre con semejante aspecto.

—Y como he visto que al igual que yo está cenando en completa soledad, me he preguntado si no le importaría que me sentara con usted. Sólo si le apetece, no se sienta obligado por la dictadura de la cortesía…

Gerard, agradecido e intrigado por aquel tipo de buen ver y excelentes modales, no pudo por menos de contestar afirmativamente, y el inglés se sentó con él tras dar instrucciones para que el casi intacto plato de pasta le fuera trasladado a su nueva ubicación.
El dandi se presentó como mister Williams, sólo como mister Williams, sin apellidos ni más señas. Williams poseía uno de esos tonos de voz, cristalinos y aterciopelados al mismo tiempo, que provocan que uno no se canse jamás de escucharlos. Parecía un tipo amable, pero a Gerard le incomodaba que no apartara la vista de su fabuloso Rolex.

—No me puedo creer que vaya a compartir esta velada con usted, monsieur Chevallier —comentó el hombre observando a Gerard como si fuera una suerte de aparición divina, pero sin caer en la adulación gratuita o en esa clase de devoción que incomoda sobremanera al homenajeado de turno—. He leído sus tres libros con verdadera pasión, y no sabría decirle cuál me ha gustado más, cuál me ha calado más hondo…He copiado en mi agenda numerosas frases de sus novelas que recogen reflexiones existenciales que comparto con usted al cien por cien pero que yo hubiera sido incapaz de poner en palabras como usted ha hecho…Pero dígame, ¿qué le ha traído al Venice Simplon? Solo, además…

Gerard dudó, en milésimas de segundo, si merecía la pena confesarle a aquel desconocido que tras una infructuosa búsqueda en pos de la inspiración había decidido tirar la toalla. Y tras evaluar brevemente el gesto tranquilo y afable del tal mister Williams, al que seguramente no volvería a ver después de ese viaje, decidió no mentirle.

—Que se le ha muerto la inspiración, me dice; pues qué lástima…Pocos escritores contemporáneos logran llegarme al corazón, y usted créame que lo ha conseguido —confesó mister Williams con la mano derecha posada sobre el pecho, casi en el corazón—. Esperaba como agua de mayo su nueva obra. ¿No puede tratarse lo suyo de una crisis pasajera?

—No es mi intención decepcionarle, mister Williams, pero creo que esto es definitivo…—declaró un estoico Gerard antes de dar un sorbo a su copa de champagne.

4 comentarios:

Maese Salakov _ dijo...

Está muy bien tu blog. Tiene cierto aire renuente, triste, profundo… tocando temas bastante personales; a modo de expurgo, supongo. Entiendo el carácter terapéutico que decías que posee. Es una de las grandes virtudes de la escritura, de hecho, su carácter terapéutico.

Y este relato tuyo está muy bien. Mucho. Sin saber aún adónde conduce el argumento, la prosa es perfecta, sin fisuras, ágil, muy profesional. Como por otra parte también lo era el de ayer de Muskiz; como por otra parte también lo era el del año pasado en el mismo certamen (aunque prefiero el de este; y es que las Angelinas Jolies del mundo se merecen un capón, claro que sí). No peques de inmodestia, que –y digo esto rielando de envidia- bien ganado tienes el premio.

Y no, yo un blog propiamente dicho no tengo, pero desde hace poco cuelgo microrrelatos, nostalgias, brevedades inclasificables y chorradas mil –le ahorro al mundo mi parte más seria- que a veces escribo en un perfil de myspace. Verás por el mismo, además, que hay cierta/bastante concomitancia en los gustos (U2, Queen, Bowie, Depeche Mode, cómics, Blade Runeer, ¡Gattaca, qué gran película olvidada por casi todos!), así que si deseas añadir -always looking on the bright side of life- algún comentario, cita literaria, consejo musical… invitado estás, Ian.

http://www.myspace.com/salakov

http://blogs.myspace.com/salakov

Pues eso, a ver si hacemos un lugar de encuentro entre lobos esteparios, especie en peligro de extinción donde las hubiere. Nos leemos.

P.D.1: Leonard Cohen como cantante me gusta, sin más, ¿pero le has descubierto como escritor? Porque hace unos meses leí una novela suya: “El juego favorito”, y me dejó alucinado por su calidad. Ahora ando tras “Los hermosos vencidos”, su otra novela, pero es inencontrable. En cualquier caso, si no conoces su faceta de novelista, apúntatelo…

P.D.2: Concurso de Sestao ayer comentado, donde nunca fui profeta en mi tierra (y de Portugalete ya ni hablamos). Véngueme:

http://www.stardustcf.com/concursoindiv.asp?concurso=2968

Ian Grecco dijo...

¡Gracias por tus comentarios, Maese!

En cuanto pueda, ya me paso por tus territorios. Y muchas gracias por tus cumplidos.

Espero que el año que viene estés tú en la casa del ferrocarril acompañado por tu padre; seguro que se te ocurre algo interesante que contar...

A mí también me gustó mucho tu relato (y eso que no te metías ni con Brad Pitt ni con George Clooney, jejeje...), y estoy seguro de que Sestao no se te resistirá algún año, quizás este, quién sabe...Yo a ver si participo... Tengo escrito un engendrillo sobre viajes temporales, quizás lo mande, no sé...

Y de Cohen como escritor no he leído nada, gracias por la sugerencia, a ver cuando tenga más tiempo si lo buusco en la biblioteca...

Lo dicho, ya me daré un paseo por tus tierras, compañero. Prometido.

Mucha suerte y ánimo, y a seguir creando mundos imposibles...

PD: qué malditos los de Portugalete...

Ian Grecco

Maese Salakov _ dijo...

De los portugalujos no puedes esperar nada bueno, es un axioma. Pero de los barakaldeses me temo que tampoco...

Sestao es una isla, un paraíso de librepensadores cercado por "los malos".

P.D.: Muy bien sacado lo de George Clooney. Puta Nestlé, ¿verdad? Ya tenemos tema para el año que viene...

Ian Grecco dijo...

¡Jejeje!

¡Pues a por ese relato vs Nestlé, Maese Salakov! Confío en su talento...Y el año que viene lo celebramos de nuevo con esos deliciosos mojitos de comercio justo...(no me bebí otro porque estaba mi madre). ¡Saludos!