miércoles, 31 de diciembre de 2008

Antes de que acabe 2008...


Leo por fin a Clarice Lispector, sus cuentos, y me encanta...Otro día escribiré más sobre esta mujer.
Termino "El diablo en el cuerpo", de Radiguet, (recomendado por Javier Marías en una charla a la que tuve la suerte de asistir) y puedo decir y digo que es una de esas obras primerizas que, Dios sabe por qué, son sobrevaloradas hasta límites estratosféricos. Radiguet la escribió con 17 años y se nota. Una obra mediocre no se puede salvar matando a uno de los protagonistas en sus últimas líneas, es una cobarde artimaña que me saca de quicio. Que el autor muriera con 20 no justifica que le llamaran el "nuevo Rimbaud" por mucho que fuera amigo y protegido de Jean Cocteau...No entiendo por qué algunos autores, por estar en el lugar y el momento adecuados, son tan admirados por la crítica y el público sin merecerlo (en mi opinión, por supuesto). Lo mismo me sucedió con "Buenos días, tristeza". Y encima les hacen películas...
Me revienta por dentro lo que está sucediendo en Gaza y que la Comunidad Internacional pase olímpicamente de semenjante limpieza étnica, tan descarada y sangrienta que pasará a las páginas más negras del Gran Libro de la Crueldad Humana. La televisión saca imágenes de bebés amortajados en sábanas roídas y hospitales bombardeados y no sé qué más hacer, aparte de escribir este famélico párrafo...
Comprendo que el mundo es un lugar desagradable para vivir cuando uno renuncia a sus burbujitas de distracción, pero que no por ello, para ser más coherente con la realidad, hay que renunciar a dichos refugios de frivolidad y ocio, tan sólo basta con racionarlos. De lo contrario, nos sucederá cómo advierte Robert Redford en la infravalorada "Leones por corderos": que los poderosos se aprovecharán de nuestra pasividad para seguir maquinando a sus anchas. Al menos, molestémonos en protestar: en decir "esto no me gusta". Hay muchas vías para ello.
Por último, les doy las gracias por haber leído esto. Gracias. Y Feliz Año 2009, desde mi pena por no poder escribir más que coletazos como este.

Ian Grecco



sábado, 20 de diciembre de 2008

Si tuviera tiempo II


Escribiría lo que me ha parecido ese libro llamado "Últimas notas de Thomas F. para la humanidad". Lo cogí en la biblioteca porque lo recomendaba uno de esos suplementos culturales a los que, de vez en cuando, conviene hacer caso. La crítica ya advertía de lo seco, contundente y desagradable que podía ser el libro, y estuve a punto de dejarlo tras las primeras páginas, porque me parecía que eso no era "escribir", que no se podía contar una historia que mereciera la pena a base de frases tan simples e hirientes como dagas de hielo, pero al final fui interesándome cada vez más por el protagonista y sus reflexiones, un narrador octogenario enfadado con el mundo y con el ser humano, que sólo ve desidia e incoherencia en todo y cuanto le rodea.

Lo dicho, "si tuviera tiempo" analizaría más en profundidad este texto desasosegante del que es, con toda la razón del mundo, uno de los mejores cuentistas noruegos del momento: Kjell Askieldsen, aunque los cuentos de este libro no son cuentos, más bien las reflexiones expuestas sin contemplaciones de un anciano solitario y misántropo al que al final cogeremos cariño...

Recomiendo que lo lean.

Y si tuviera tiempo también hablaría de lo que sentí al ver en "Documentos TV", hace un par de semanas, un ducumental sobre la vida y muerte de enfermos terminales que son niños, y la experiencia de sus padres y cuidadores al estar con ellos los últimos días de su vida. Algún día hablaré de esa muchacha que pocos días antes de morir le contó a su padre que había soñado con un prado donde había una chica india muy bella y sonriente rodeada de cientos de mariposas volando libres que la invitaba a ir con ella; el padre de la difunta, con una desconcertante sonrisa, explicó a la cámara que estaba claro lo que significaba aquello: la muchacha india era la Muerte; las mariposas, el alma de su hija que quería volar ya. Aquel sueño que su hija compartió con él fue la manera más hermosa que tenía de decirle adiós para siempre...

Si tuviera tiempo..., pondría el árbol y el Belén...