lunes, 12 de julio de 2010

Tragedias ejemplares II

Ella, ella, ella...
La pregunta no es dónde está, ubi est?, ella,
y todo lo grande que nos aguardaba,
la pregunta es,
¿de qué sirvió? ¿De qué sirvió todo?
Sirvió de nada: de Nada. NADA.
Porque hubo, sí, hubo,
combates a muerte de miradas suplicantes,
allá, en los prolegómenos de la vida,
allá, en las aulas frías,
del colegio de niños ricos y tristes.
Sobrevivimos a la edad maldita,
a los estudios infinitos, y a las musas
sacrificadas,
crecimos y los niños morimos,
pero, ¡ay! ¿En qué lugar te perdí del todo?
Ahora lloro por la pizarra horrenda, los ojos
enrojecidos de hastío, los profesores apestosos,
las lecciones de guillotina...
Pude enamorarte allá, en la academia de
ovejas luciferinas,
¡gracias, gracias, años colegiales,
fuistes el lecho de mi amor bastardo!

La Humildad, la Humildad, la Humildad,
siempre rindiendo pleitesía a la Humildad...
Pero, ¿de qué carajo te sirvió la Humildad, madre?
¿De qué?
La cabeza baja, la espalda encorvada, la mirada suplicante,
el porte sombrío, las manos temblorosas.
Perdón PLUS perdón PLUS perdón...
Perdonadme por ser así, por tener,
1,2,3,100 cosas envidiables.
Compaderos, compadeceros, compadeceros de mí,
¡soy buena! ¡Venid y os lo demostraré!
La Humildad, ¿aún sigues, mamita mía,
postrada ante esa fulana?
Clama al cielo que así sea:
el enemigo se cebó más cruelmente al
descubrirte sierva de ella.

Moriré deshilachado
una tarde de lluvia sucia y sudorosa, tras un paseo oscuro.
Moriré sobre la cama fría
de mi Bilbao de pesadilla.
Moriré deshilachado,
con un tomo de Rimbaud entre las manos,
y cuando entierren mi cuerpo
se preguntarán (ellos, los ignorantes, los obtusos),
¿qué demonios leía este muchacho?
(si era joven, si era, sobre todo, Hermoso).

Tragedias ejemplares I, by Ian Grecco

(locuras imperdonables de una época difícil)

Buenos días, señor Psicólogo, ¿de qué sufro exactamente?
"Sufre usted de desidia, de desidia existencial, y además,
de simpatía (desmesurada) por el Abismo,
y para terminar, le cuento que tiene vértigo vital, ¿qué le parece?"
Pues me parece que es una lástima que la lobotomía se prohibiera, o eso creo...Un tal Tennesse me lo contó...

Odiadme, ¡odiadme! Odiadme, os lo suplico: quiero sentirme vivo.

Cada boquete de mi cuerpo puede segregar sangre. Soy un surtidor (contenido) de jugo de granadina maldita.

¿A qué saben las uvas de Proserpina?
No tengo la menor idea. Cuando yo deambulaba por el Hades, sólo comía manzanas...

Soy una alimaña de dos patas y un corazón. El cerebro me pesa, y no estoy seguro de seguir dando techo a mi pellejosa alma.

No me saquéis de casa: que me enamoro y no vuelvo.

Demasiada información para una sola vida: ¡no me da tiempo a escribirlo todo!

Me he sentado aquí, en el Boulevard de los Sueños Rotos,
y he pedido un café cortado con lágrimas.
Las obsesiones insanas cabalgan como demonios
en tardes de lluvia metálica como esta.
Pero las dudas se han resuelto:
Bilbao is my city; vosotros, mes amis...

Camino por las calles de Bilbao
como el bosquejo de una pesadilla,
los transeúntes me miran de reojo
temiéndose lo peor,
un marginal, un asesino, etc...
Pero topan con Belleza, y les choca, y dan
traspiés emocionados.
"¿Qué te hizo la puerca vida, muchacho hermoso?
Tú deberías adorarnos, y nosotros suplicarte,
tú deberías observarnos con desprecio,
y nosotros, con aire aplacado..."
Qué incoherentes sois, locos, tontos...
Si yo soy el Príncipe desterrado.
Dije adiós, para siempre, al Mare Nostrum,
"¡Bienvenido a Bilbao, garçon!
Petit derrotado,
aquí haremos de tus huesos y corazón calcinados
un Monstruo Ejemplar"