sábado, 10 de enero de 2009

Paranoias febriles (I)


El año pasado estuve enfermo, muy enfermo. Mi pequeño mundo quebró en varios pilares que yo consideraba imbatibles y ello me hizo enfermar. Me subió la temperatura como nunca me había subido, y en mi cuerpo, más amigo del frío que del calor, ello provocó estragos. Deliré de fiebre unos cuantos días, los sueños kafkianos me impedían conciliar el sueño; sólamente me aliviaba la medicación, y en aquellas pequeñas treguas, aún resentido por el delirio febril, decidí escribir lo que me surgía, por lo que el resultado no era precisamente coherente. Hoy he releído esos párrafos absurdos y he decidido publicarlos aquí para compartirlos, para darles la relevancia que se merecen, aunque sean desquiciantes y estén alejados de las milimétricas pautas de los escritores que admiro. Ahí van, y si ven que no los soportan, les comprenderé, déjenlos, no me sentiré ofendido. Palabra.


Esto es el fin, ¿o no? Vaya, pues te comportas como si lo fuera, te comportas como si hubieras tocado fondo. A diario, a todas horas, de forma enfermiza, recuerdas el pasado, lo diseccionas, lo paladeas, lo ensalivas, lo saboreas, y siempre te ocurre lo mismo: que te sabe mal. Y tú eres el que peor salido sale a la hora de repartir responsabiliadades. Esto es el fin, ¿no? Mueres en vida. El discurrir de tus días es..., ¿un suicidio de ejecución continuada? Creo que me entiendes. Esto es el fin. Qué vas a hacer ya...Demasiado tarde para escapar, cambiar, metamorfosearse y demás tonterías. Quien nace cuervo muere vestido de negro.

La mañana gotea hastío, y sobre la mesilla de noche, brota monótono y anodino el sonido del teléfono aburrido. El calor de la calefacción es falso calor, busco el frío afuera. El aparato de música me regala una canción que escucho, pero que no entiendo, en un idioma extranjero. Es domingo. Y no me gusta. Porque me estoy muriendo.

Has vuelto a caer...Es gracioso, ¿o acaso creías que alguna vez te fuiste de aquí? Tenemos buenos parajes, oscuros y anchos. Te dejamos perderte, si quieres; pero no te ofendas si te digo que no hay sitio para los que se enfadan y se van. Esto es así, todos los días, para siempre. Si te disgusta lo comprendo: hoy tenemos una sala para las quejas.

Cometiste un delito, hace ya, tiempo, años.
Cometiste un delito, ahora lo ves claro,
como si antes soñaras
con gloria y fortuna,
y eximentes de pacotilla
y perdedores aliviados en paraísos
infantiles.
¿Cómo sabe el suplicio?
He oído demasiado al respecto.
No caigamos en el tópico.
El dolor no es plato para los glotones.
Otros, me dicen susurrando, que
el otoño es peor,
aunque sea en invierno cuando hiele,
pero qué...No me apetece
hablar de las estaciones.
Tú me entiendes, sonriemos entonces...
Brindemos. Todos estamos locos
y algún minuto moriremos.
Lo tenemos todo.
Ahora destrúyete,
la copa espera...

Soñé con esa casa verde,
mítica, monolítica, enmohecida.
Y con una puerta marrón, entornada,
por donde entraban a sus anchas
los criminales.
Pobre mi casa, mi pobre casita.
La desprecian tanto...,
¿por qué no acampar en ella?
No es obligatorio
arremolinarse en la cama,
la cocina es cálida,
te dejo romper algunos muebles,
si quieres.
El aparador, te sugiero,
nunca me gustó...
Era un regalo.
Te diré un secreto, ingenuo:
hoy he abierto el armario de
los disfraces y una termita
me ha aplaudido en la cara.
Titubeé antes de
estamparla contra el aire,
con la manga del abrigo
de pieles polares,
luego
cogí el álbum de fotos viejas
y comenzó mi PESADILLA.



No hay comentarios: