
Oda al escritor triste
de la mirada desapasionada, sincera, real...
"¿Cómo quiere que le mire si sé cómo funciona todo?",
parece querer decirnos esa pupila oscura
tras la lente talentosa de monstruo ejemplar.
Él siempre se supo desgraciado
pero luchó sangre y tinta
por ser leído,
y nunca dejó de seguir escribiendo.
Acumuló rechazo tras rechazo,
ninguna editorial le quería,
y en su pluma de exhiliado
americano, latino, del sur,
en tierras catalanas,
no cesó en su empeño:
siguió tejiendo vidas sobre el papel.
Él sabía que algún día jugaría en primera
pese a que su profesión despertara
la burla amable
de su fauna humana.
Era pobre, no publicaba, pasaba frío
y miseria,
y su único patrimonio eterno
lo constituían unos cuantos recuerdos,
unos buenos, otros gamberros, malos el resto...
Pero él, él seguía creando y maquinando lo irreal, ¡qué más le daba lo demás!
Se sabía escritor y acataba con responsabilidad infernal
su tarea, don, deber...etc.
Acabo de ver un buen documental
sobre su vida y milagros (¿se nota?).
Bolaño alcanzó la fama en la mitad de la cuarentena
(tras un puñado de premios literarios
más bien humildes),
y murió apenas inaugurado
el tercer milenio.
Bolaño, de nombre Roberto...
Sólo he leído sus cuentos,
sus detectives salvajes y su número
bestial
me aguardan
en algún oscuro y polvoriento rincón de la
biblioteca del casco viejo.
Las buscaré, las obras del bueno de Bolaño...
Bolaño, el ¿infrarrealista? El que inventaba personajes
a raíz de seres y amigos de su entorno,
y cuando éstos se portaban mal
amenzaba con asesinarlos en la ficción.
Qué cosas...Y dicen en el documental que
como la gloria le llegó tras haber vivido
mil y una calamidades,
todas las paridas de la celebridad paperil
no le afectaron lo más mínimo:
le pillaron duro y frío como una roca ártica.
Buen ejemplo a seguir, ¿no?
Por cierto, amaba "La invención de Morel",
libro que anda por casa. Lo leeré...
Y por cierto, se burlaba de los pequeños certámenes literarios
que saturan España.
Este sábado,
Servidor va a recoger uno...
Dios te tenga bien guardadito,
en la suite de los escritores
malditos
(amigo
Bolaño).