miércoles, 5 de noviembre de 2008
Y más trocitos que me apetece publicar...
Todo en él era tan inaguantablemente cinematográfico, literario, plástico…Tal y como Henry reconocía, la vida está llena de momentos muertos, puntos espacio temporales en los que no ocurre nada, o al menos, nada que merezca la pena ser relatado. Pero aquella mañana, sentada en las frías escaleras de la puerta trasera del colegio, la vida, la realidad, desafiando al férreo mando de la disciplina cotidiana que prescinde de las escenas oníricas, viví un momento mágico: porque hasta entonces semejante encuentro había sido una ensoñación vaga y nebulosa en mi fantasía que nunca ocurriría. Pero estaba sucediendo lo imposible, estaba pasando: Bartolomé Reinosa estaba, por extraño que pareciera, solo y en mi mismo radio de acción mirándome con curiosidad. Su ruidoso, bello y arropador séquito había desaparecido como por arte de magia, sólo estábamos él y yo y la puerta trasera de Santa Clara como testigo.
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2 comentarios:
Hola amigo Ian:
Ya me vas a perdonar pero no me acordaba de que habías vuelto, ultimamente, (ultimamente son para mí 28años) ando con al cabeza perdida.
Ya me alegro que hayas vuelto, de verdad, y este fin de semana, con más calma, volveré a leer tus relatos y comentarios, que serán tan interesantes e instructivos como siempre.
Un saludo Ian, y aunque con retraso...BIENVENIDO Y GRACIAS POR VOLVER....TE ECHABA DE MENOS!!!!!!
¡Gracias, Mr Weaver! ¡Cómo no volver con lectores así! De verdad que me emocionan mensajes como el suyo, aunque de usted siempre recibo sorpresas agradables, amigo. Un abrazo y gracias de nuevo.
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