“Aguanta un poco, que sólo te quedan dos semanas”. Aguantar. Aguanta. Resiste. Lo estás pasando mal, pero debes seguir pasándolo mal. Busca la estabilidad dentro del mal a padecer; busca el estoicismo, rescata de tu espíritu el lado sufrido y paciente que todos tenemos y sumérgete en él. Regodéate incluso en la experiencia de pasarlo francamente mal. Bucea en la incomodidad, desafía al tedio, póstrate ante la humillante impasibilidad del entorno por cambiar tu situación y echarte una mano. Aguanta, aguarda, espera, pero…¿por qué? Eso tiene nombre: perder el tiempo, consumir la preciada esencia de la existencia. Tiempo. Tempus fugit. Y luego ves a todo el mundo lamentándose de no haber hecho tal cosa en el pasado, o de no haber reaccionado a tiempo. Y qué sé yo, se ampararán en la inmadurez o falta de experiencia.
No, no aguanto. Aguantar. Pues no, no aguanto: me estoy muriendo mientras espero que las cosas se arreglen y saberme inútil, que no puedo hacer nada por cambiar las cosas, nada más que esperar el milagro, me consume aún más. No quiero esperar. No mamá, quiero dejar de ser una ameba. Y reaccionar de una maldita vez.
sábado, 12 de abril de 2008
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