Sigo apañando mi novela, a duras penas (la escribí hace 10 años y combato con las ganas de ocultar a la humanidad tan infantiles y vergonzosas líneas), y voy a transcribir aquí este trocito que me ha hecho volver a preguntarme por qué a las personas nos atráen tanto las relaciones masoquistas:
-Pero aunque tuviera bien definida mi parcela en su vida, Laura parecía estar continuamente enfadada conmigo, pese a que yo no lograra intuir el porqué, y no hacía más que ver defectos en mí. Traté de salir de la clandestinidad a la que ella nos había condenado, de invitarla al cine, al museo, a cenar, porque quería demostrarle que lo nuestro podía ser más que un juego de locos, una poco saludable escapada de la rutina. Quería que viera que podíamos ser una pareja normal, aunque fuéramos unos críos, con un mínimo de coherencia y sensatez. Pero apenas se lo insinuaba a Laura, ella se moría de risa y me decía que estaba loco, y que ella pasaba de chorradas sentimentaloides, que estábamos bien como estábamos. Y poco a poco, fue introduciendo comentarios crueles y malhumorados sobre mi persona en sus chanzas.
-¿Qué te decía? ¿Qué te hacía?-pregunté ansiosa.
Henry pareció incómodo con mis preguntas y no me contestó. Me miró agitando la cabeza de un lado a otro en señal de negativa y mordiéndose el labio inferior. No me especificó en qué se basaba aquel “maltrato”, quizás porque las cosas que Laura le decía eran tan desagradables que no quería volver a condensarlas en palabras. Por eso continuó hablando como si no le hubiera preguntado nada.
jueves, 1 de enero de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Publícala. Me apuesto un cojón a que vale bstante más que lo que paa por "narrativa" en las secciones más "guays" de las librerías.
Gracias amigo, por tu apoyo incondicional, tu cariño, tus palabras de ánimo. Gracias, no tengo otra palabra para decírtelo...Si algún día la publico, estarás en mi lista de dedicatorias, de forma genérica o explícita, ¡eso ya no sé!
Publicar un comentario