jueves, 3 de enero de 2008

Nochevieja

Esta Nochevieja, en cierto modo, tuve mi encuentro con tres fantasmas, aunque tenían más de ángeles que de fantasmas. Ellos/ ellas me recordaron que no es sano ser intolerante con los problemas; alérgico a las discusiones; pedir perdón por no estar de acuerdo con el Universo; tener constantemente, entre las sienes, un general que impone la conducta correcta y un verdugo que, sin miramientos, golpea a base de remordimientos de conciencia cuando erramos.

Esta Nochevieja volvieron a mi vida personas que buceaban indecisas por las lagunas de mi memoria, pero que sonrieron de entusiasmo cuando se reencontraron conmigo. Algunas pronunciaron mis peculiares nombre y apellido como si de un sortilegio se tratara, como si océanos de tiempo se desecaran con ello, y volviéramos a compartir, por capricho del destino, espacio, tiempo, confidencias. ¿Tanto me apreciaban? Descubrí que sí. Que los sentimientos superan los embates del tiempo. Y quiero, deseo, no volver a perderos, criaturas del pasado...

Esta Nochevieja estuvo bien, aprendí un poco más, crecí más, pero...¿cuándo dejaré de aprender y me pondré a vivir de una vez por todas? Qué misterio...Pero no he puesto el árbol al final: me da pereza. Y me lo permito.

2 comentarios:

Carmen Moles dijo...

Me gusta leer lo que escribes, entre lo que he leido hoy me quedo con este post...
No lo dejes, tienes lectores anónimos.

Ian Grecco dijo...

Le agradezco su mensaje, Carmen. Qué ilusión hace que a uno le lean seres anónimos, además de los amigos que todo lo aguantan.
Gracias, aquí me seguirá teniendo,en mi Arcadia Infeliz, con mis chifladuras.