jueves, 6 de marzo de 2008

Ayer, contigo...

de nuevo, en el cine. Hacía tiempo, ¿no te parece?
Pero qué diferente es ahora,
ya no hay miedo,
ya no te flaquean las piernas,
ni te da vergüenza que te vean.
Qué más da.
Y entras a la sala,
y te sientas donde te place,
no en un rincón apartado y casi
oculto;
y no estás deseando que la luz se apague pronto,
y que la película transcurra rápida,
y que las letras de crédito aparezcan mientras aún
resguarda la oscuridad
para salir hullendo
sin que nadie te vea.

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