de nuevo, en el cine. Hacía tiempo, ¿no te parece?
Pero qué diferente es ahora,
ya no hay miedo,
ya no te flaquean las piernas,
ni te da vergüenza que te vean.
Qué más da.
Y entras a la sala,
y te sientas donde te place,
no en un rincón apartado y casi
oculto;
y no estás deseando que la luz se apague pronto,
y que la película transcurra rápida,
y que las letras de crédito aparezcan mientras aún
resguarda la oscuridad
para salir hullendo
sin que nadie te vea.
jueves, 6 de marzo de 2008
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