En este caso, lo que más lamento es no haber recortado no tanto la propia noticia, sino la fotografía con la que se ilustraba el reportaje donde leí esta noticia olvidada, titulado algo así como "Pobres en España". El nombre del periódico, ni lo recuerdo.
En dicha fotografía aparecía un anciano de alrededor de 75 años en la puerta de una cochambrosa morada (demasiado desangelada como para ser llamada "casa", y demasiado digna para ser una "chabola") rodeado de sus nietos. No recuerdo cuántos eran (alrededor de cinco chicos y chicas, creo) , pero me quedé con la imagen de una, la de 19 años, que repetía por segunda vez curso y llevaba una cazadora de cuero o de imitación de cuero, con cremalleras, estilo "Grease", y lucía dos tímidos ojillos que se clavaban en la cámara bajo un flequillo rubio y liso.
La historia era ¿triste?, no sé si es esa la palabra. El caso era que el abuelito se había encargado de criar a sus cinco o seis o siete nietos, él solo, después de que los padres de los respectivos se los dejaran por los más diversos motivos (pero digamos que todo desprendía un claro aroma a marginalidad y penuria, así que imaginénse). Él les había alimentado y lo seguía haciendo con su escasa pensión, y presumía de llevarles cada día al colegio, y de recibir un nuevo sueldo en casa, el de la nieta mayor, que trabajaba en una droguería y ganaba, de esto sí me acuerdo, 50.000 pesetas al mes. El abuelillo, que no hablaba precisamente como un desvalido, si no como un luchador nato, también reconocía, muy orgulloso, que preparaba la comida a diario a sus nietos, "echando cuatro granitos de arroz a la cazuela".
No recuerdo mucho más de la noticia, lo que lamento profundamente. Quizás también, aparte del sueldo de la droguería y la pensión del anciano, recibían algo más...(creo que había otra nieta trabajando). Y los detalles del lugar donde vivían también se me escapan, aunque según recuerdo era una pobre caseta situada en mitad de un descampado, y en la misma sala tenían salón, cocina y una cama donde dormían el abuelo y un nieto. Pero sí flota en mi memoria la frase del abuelo, que cerraba así su historia: "a ver si ahorramos algo y nos vamos a un piso de verdad, que esto es una pocilga".
Estés donde estés, querido abuelo, espero que al final lograras llevar a tus nietos a "un piso de verdad" y que siguieras "echando cuantro granitos de arroz a la cazuela", y que cuando la muerte al fin te diera caza, te fueras de este mundo sabedor de la gran tarea que habías realizado, sabedor de que eras un héroe anónimo, un pequeño Dios silencioso, un rey de la bondad, un guardián de cinco, seis, siete pequeños de otro modo hubieran perecido en el peor de los destinos...Espero que te fueras de este mundo rodeado de cariño, y que los que te lloraron decidieran no olvidarte nunca, porque eso es la inmortalidad: que todo lo que valías haya dejado huella en los que te rodearon, haciéndolos diferentes y más valiosos.
Me despido con esta noticia olvidada, quizás pecando de cursi o pasteloso, pero no sé, en este mundo donde se admira a las estrellas de cine y a esos papanatas que ensucian el ya de por sí sucio televisor, creo que no hace mal a nadie recordar al abuelo pobre, que no el pobre abuelo.
miércoles, 11 de julio de 2007
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