Me daba algo de pereza ver esta película, porque ya estaba un poco harto de la (requete) imitada fórmula "Sexo en Nueva York", es decir: la narración de las agridulces peripecias de cuatro mujeres aún jóvenes y muy diferentes entre sí (a saber: la más conservadora, la más promiscua, la más ambiciosa y la heroína por antonomasia), pero hiperamiguísimas y tan preocupadas por su futuro como por su fondo de armario.
Pero al final la he visto, y me ha gustado. Y lo que pensaba que era un "Sexo en Nueva York" versión libanesa (los libaneses tienen fama de ser lo más sofisticado y afrancesado del mundo árabe/musulmán), me ha sorprendido gratamente, porque sin perder su esencia de filme modesto, va más allá del tópico universo femenino, repleto de relojes biológicos acelerados y amores imposibles. Y si no, cuando vean la película, díganme qué opinan de la triste historia de la mujer que sacrifica su vida por cuidar a su hermana demente.
Otra peculiaridad de Caramel es que es una película libanesa que no toca para nada temas bélicos, algo que interpreto, quizás ingenuamente, como que el equipo de esta película ha querido demostrar que las naciones asoladas por la guerra y la violencia también tienen su derecho (y talento) a hablar de otras cosas sin resultar por eso banales o despreocupadas.
Producida con dinero francés, y dirigida y protagonizada por la bella Nadine Labaki, cuenta la historia de cuatro amigas libanesas. El principal escenario donde se desarrolla la trama es un salón de belleza de Beirut donde se aplica un famoso método de depilación a base de una pasta de azúcar, agua y limón, el "caramel" que da título a la película. Y es esa, precisamente, la sensación que a uno le queda tras su visionado: el de haber saboreado un breve pero dulce caramelo con cierto regusto ácido.
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