lunes, 24 de septiembre de 2007

"La vida de los otros"


TITULO ORIGINAL Das Leben der Anderen
AÑO 2006

DURACIÓN 137 min.

DIRECTOR Florian Henckel-Donnersmarck

REPARTO Ulrich Mühe, Martina Gedeck, Sebastian Koch, Ulrich Tukur, Thomas Thieme, Hans-Uwe Bauer, Volkmar Kleinert, Matthias Brenner, Charly Hübner

Oscar mejor película habla no inglesa. 2006: Premios del Cine Europeo: Mejor película, mejor actor (Ulrich Mühe) / Drama

SINOPSIS: El capitán Gerd Wiesler (Ulrich Mühe) es un oficial extremadamente competente de la Stasi, la todopoderosa policía secreta del régimen comunista de la antigua República Democrática Alemana. Pero, cuando en 1984 le encomiendan que espíe a la pareja formada por el prestigioso escritor Georg Dreyman (Sebastian Koch) y la popular actriz Christa-Maria Sieland (Martina Gedenk), no sabe hasta qué punto esa misión va a influir en su propia vida... (FILMAFFINITY)


Este fin de semana, entre pañuelos y termómetros (el terrible catarro que he pasado no se debía, al parecer, a motivos tan sólo biológicos), he visto al fin "La vida de los otros" (véase ficha arriba), una película que casi todo el mundo que conocía alababa. Además, había ganado el oscar a la mejor película extranjera la pasada edición de estos premios (lo cual tampoco es garantía de calidad...). Y sí, la he visto, y no me ha gustado nada. Me ha parecido fallida, esa es la palabra. Llena de pretensiones estilo "el hombre puede escapar de su destino si se lo propone", "la humanidad une en ocasiones a enemigos acérrimos", y patatín y patatán.

Pero en mi opinión, no lo ha conseguido. Como "Las normas de la casa de la sidra" (esa sí que es oficialmente MALA), pienso que "La vida de los otros" subestima la inteligencia del espectador de manera alarmante; me explico: con una idea más o menos buena y un pilar humano-existencialista en el que apoyarse, no hace sino picotear de mala manera y atropeyadamente ingredientes que en manos de alguien sensible, paciente y con respeto por el espectador hubiera generado una brillante historia.

Es que en esta película no me creo nada: ni a la pareja protagonista (no mantienen ni una conversación larga, coherente y moderadamente profunda), ni el topicazo del peaje sexual (femenino, naturalmente) que se ha de pagar a uno de los "malos-pero- poderosos" para seguir vivo y/o proteger a un ser querido, ni al grupillo de pseudo intelectuales en el que anda metido el escritor (¿de qué habla esta gente para ser tan intelectual? ¡sólo se les escucha hacer razonamientos mutilados y lanzar con desgana frases manidas y sintéticas de guionista dopado!). Y mucho menos me creo que un alto y prestigioso general de la Alemania Comunista a la mínima de cambio se enternezca con una pareja tan desangelada y zombi como la que pinta la película, y se arriesgue la vida por encubrir sus rebeldes actividades.

El final, con una muerte que no, no voy a revelar, eleva el tópico hasta tan altos niveles que cuando terminé la película no pude evitar lanzar una carcajada.

Pero lo del oscar, es comprensible: mientras se trate de criticar regímenes opresores, y sobre todo, rojillos...

viernes, 14 de septiembre de 2007

El Manipulador

REAL ACADEMIA ESPAÑOLA
DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA

manipular

Manejar cosas,especialmente objetos delicados o de precisión.

Controlar sutilmente a un grupo de personas,o a la sociedad,impidiendo que sus opiniones y actuaciones se desarrollen natural y libremente.

El Egoista

REAL ACADEMIA ESPAÑOLA
DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA

egoísmo

m. Excesivo aprecio que tiene una persona por sí misma, y que le hace atender desmedidamente a su propio interés, sin preocuparse del de los demás.

El Ingrato

REAL ACADEMIA ESPAÑOLA
DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA


ingrato, ta.

1. adj. Desagradecido, que olvida o desconoce los beneficios recibidos.

2. adj. Desapacible, áspero, desagradable.

3. adj. Que no corresponde al trabajo que cuesta labrarlo, conservarlo o mejorarlo.

jueves, 13 de septiembre de 2007

Encontré a Leonard


Ayer vi en la televisión un documental sobre mi admirado Leonard Cohen, el melancólico (y un tanto nihilista) cantante, compositor, poeta y novelista canadiense que pasó cinco años viviendo como un monje budista.

El documental, en el que hablaron desde Bono hasta Nick Cave, mostraba bellísimas reflexiones de este hombre, muchas en forma de canciones, a medio camino entre el existencialismo y la religiosidad.

Muchas perlas han salido de boca de Leonard Cohen, como esta: "No encontré a la chica/ No me hice rico/ Sígueme" ¿Puede alguien en menos palabras expresar el malestar que causa no conseguir esas promesas que todos nos hicimos de jóvenes? Porque el mundo presiona, desde que tenemos uso de razón, para que seamos el hombre hecho a sí mismo, el héroe contra el destino que si lucha y se sacrifica, logrará todo lo que se propone. Y eso no es verdad: muchas veces, aunque nos dejemos la piel en cumplir nuestras promesas, no llegamos a la meta. Y eso nos llena de frustración. Pero ya lo dice Cohen: no somos los únicos que no encontramos a la Chica y no nos hicimos con la Riqueza. Sigamos a Cohen y a tantos decepcionados como él: somos una legión.

También me gustó eso de "todo tiene grietas, para que la luz entre por esas grietas". Vaya, pues al final está bien tener defectos y flaquezas: sólo así lograremos considerar posibilidades que ni si quiera habíamos tenido en cuenta. Así lo interpreto yo.

Para terminar, escribo aquí un poema de Cohen de rabiosa actualidad, ¿no les suena esto a algo?




Los asesinos que dirigen
los demás países
están intentando que nosotros
derribemos a los asesinos
que dirigen el nuestro.

Yo por mi parte
prefiero el yugo
de los asesinos nativos.

Estoy convencido
de que el asesino extranjero
mataría a más de nosotros
que nuestros viejos y conocidos asesinos.

Francamente no creo
que ninguno de esos de fuera
quiera que resolvamos
nuestros problemas sociales.

Para decir esto me baso en lo que
siento
hacia el vecino.
Sólo espero de él que no se vuelva más feo.

Por lo tanto, yo soy un patriota.
No me gusta ver
quemar una bandera,
porque eso excita
a los asesinos de los dos lados,
hasta que llegan a excesos desafortunados
que continúan alegremente,
casi totalmente incontrolados,
hasta que todo el mundo ha muerto.

martes, 11 de septiembre de 2007

Un color desconocido


De repente, todo se ha teñido de un color extraño. No de gris, porque hasta ahora había gris suficiente. No de negro, porque el negro lo escoge el que decide portarlo. Sencillamente, todo es de un color diferente, extraño. Ya no hay reglas. La enfermedad y el dolor se mueven por donde quieren. No tienen por qué contenerse, pueden extenderse hasta donde lo deseen y alcanzar a dos miembros de la misma familia, por qué no.

Ahora, también ella. La que me dio la vida. Ella. En el hospital, aunque todo ha sido un susto. Por ahora. Ya no me fío de nada.

Mientras en la sala de espera aguardaba a que me llamaran, una anciana desdentada me ha hecho prometer que nunca volveré a vestir de amarillo. Me ha contado su historia, inconexa, a trompicones, incomprensible e incompleta. "Mi hija, casi se me muere por ir de amarillo...La culpa la tuve yo, que le compré un vestido amarillo precioso, y le tejí una chaquetita de angora, también amarilla, y nada más probárselo todo, casi se me muere... Y a mi otro hijo, que es arquitecto, y que tiene más de treinta hombres bajo su responsabilidad, le regalaron un canario amarillo para tener en su estudio, y si ves lo que le pasó al pobre...por culpa del canario amarillo...;fue el amarillo, ¡no te vistas de amarillo!"

El hospital no me impide huir de la residencia, allí voy todos los días, y me encuentro con personajes de lo más variopinto, como la viejecita que canta una horrorosa y absurda canción,conformada a base de retazos y parches. Desentona y asusta a los demás,chirriante e imparable: "Los borrachos en el camposanto, beben y beben y vuelven a beber.../ ¡Yo que soy la más guapa, la más lista y la meeejooorrr...!"

También está la señora Carmen. La señora Carmen no tiene quien la visite. Quien la bese. Pero su armario está lleno de ropa y en el cuarto, grandes fotografías en blanco y en negro la retratan a ella y a su difunto marido, con un gran parecido con Errol Flyn, apuesto y arrogante. "Era capitán", nos han dicho las enfermeras. Pero aún no hemos visto a nadie visitar a Doña Carmen, que según cuentan las fotos, se casó portando un turbante de seda y con la mirada felina clavada en el objetivo, como una María Callas de ojos claros. "¿Me puede hacer un favor? ¿Me da jabón y agua para lavarme las manos?" Pero si es la quinta vez que me lo pide, y ya le di toallitas de colonia la primera vez que me lo pidió...Insiste,molesta, todo lo olvida, ¿todo? No creo: "¡cómo se atreven a vestirme! ¡he viajado por todo el mundo y jamás he visto que obligaran a una dama a vestirse!" "¿qué cuántos años tengo? ¡eso no se pregunta!"

Y al final, con la foto del capitán presidiendo el rincón de su cuarto, sin poder olvidar que esta viejecilla llevó una vez un turbante a lo Gloria Swanson, no puedo por menos de enternecerme cuando me pide algo diferente al agua y al jabón: "Perdone, ¿le importaría darme un beso?"

jueves, 6 de septiembre de 2007

Letanías del estudiante eterno


Parece que al final tenían razón y que yo me equivocaba, que es cierto, que mi lugar está ahí, en ese escritorio color miel oscura lleno de compartimentos y cajones; debajo de esa lámpara flexo dorada, brillante e impecable pese a que ya tiene más de diez años. Mi lugar está frente a ese cuadro impresionista que sale en la película "Amélie" y para el que imaginé una historia que nunca escribí. Parece que al final tenían razón: rata de biblioteca naciste, rata de biblioteca morirás. A memorizar, subrayar, esquematizar, como si los años se hubieran estancado en mi peculiar vericueto existencial: por siempre estudiante, refugiado, al amparo de los padres, recogido en el cuarto hora tras hora, brille el sol o comiencen las inclemencias del invierno. En tardes de melancolía por tiempos de vacaciones, mi mirada huirá nostálgica a través del cristal de mi ventana, chocará con las motañas verdes del horizonte, crueles promesas de libertad. Pero mis apuntes toscos e impávidos rugirán, bajo mis ojos, amenzantes: "no nos pierdas de vista, te has consagrado a nosotros". Y no se equivocarán. Mi cerebro de paquidermo deberá concentrarse en eso: en retener datos. Saldré de noche, cuando terminen mis horas de estudio, medio vampirizado por la aridez de las materias, deseoso de que mi vida transucurriera de otra manera.

domingo, 2 de septiembre de 2007

Dioses y Monstruos


El otro día, al fin terminé de verla. Parecía que había una suerte de conspiración para que no viera hasta el final esta buena película. Nadie quiso venir conmigo al cine cuando la estrenaron, así que tuve que esperar a que la dieran por la televisión. Y cuando la daban, no conseguía verla entera ; siempre me quedaba por la mitad, porque a veces, mi padre quería ver otra cosa en la tele, y otras, tenía un plan mejor cuando la daban. Y si se me ocurría grabarla, pues salía mal grabada...Parecía como si una confabulación de fuerzas cósmicas deseara a toda costa que no la viera...

Bueno, ya la vi. Y el final no me decepcionó, aunque sabía de antemano cómo terminaba, porque está basada en hechos reales (perdón por la frase de prólogo de telefilme), en la figura de James Whale, el director de la mítica "Frankestein", y cuyos últimos días de vida cuenta la película.

El título ya resulta sugerente y la cinta en sí, deja huella. Basta con decir que la protagoniza el terroríficamente buen actor sir Ian McKellen, y hasta Brendan Fraser,que interpreta al jardinero del que se encapricha Whale,hace un buen trabajo, todo hay que decirlo...

Les dejo la ficha. A ver si pueden verla, sin conspiraciones que les hagan la puñeta...


Gods and Monsters
AÑO 1998,EEUU,105 min.

DIRECTOR Bill Condon
(Novela: Christopher Bram)

REPARTO Ian McKellen, Brendan Fraser, Lynn Redgrave, Lolita Davidovich, Kevin J. O'Connor, David Dukes, Brandon Kleyla, Pamela Salem

1 Oscar: mejor guión adaptado. 3 Nominaciones. San Sebastián: mejor actor (Ian McKellen) / Drama. Homosexualidad / SINOPSIS: Dioses y monstruos relata los últimos días de vida del realizador James Whale, autor de Frankenstein. Con la única compañía de su ama de llaves, Whale entablará relación con su nuevo jardinero, un joven al que confiará su historia en el Hollywood de los años 30, y por el que sentirá irresistiblemente atraido.